jueves, 13 de julio de 2017

Desmontando el escenario

 Desmontando la Guerra (Fría).
 
Hemos insistido numerosas veces que nosotros no excavamos solo los restos de una batalla, si no todo lo que pasó después (y a veces antes). Al contrario que los historiadores que con frecuencia se ciñen a un solo evento (una batalla, una guerra) nosotros estudiamos secuencias largas. Queramos o no, porque la arqueología trabaja con lo que ha quedado. Y lo que ha quedado es raro que se pueda circunscribir a un evento concreto.

Así, en la Ciudad Universitaria hemos recuperado historias olvidadas del frente estático que se estableció tras la Batalla de Madrid en noviembre de 1936, de los sin techo que ocuparon el campus en la posguerra y de la gente que hizo picnics en los años 60. 

En nuestras últimas prospecciones hemos registrado otro episodio poco conocido: el desmantelamiento del campo de batalla. Es curioso pensar que un paisaje de trincheras en el fondo no deja de ser una especie de escenario gigantesco de teatro o de cine. Se monta para el espectáculo, se usa durante unos días, meses o años mientras se graba la película o se representa la obra y después se desmantela. Los historiadores estudian la historia del cine y de las películas pero muy raramente la de los tramoyistas que desmontan escenografías. 

Los arqueólogos, en cambio, sí estudiamos el proceso de desmontaje del escenario, a veces literalmente. En las dunas de Guadalupe, cerca de Los Ángeles, colegas norteamericanos han llevado a cabo excavaciones en las que han recuperado las esculturas de cartón piedra que se utilizaron en la filmación de la mítica película de Cecil B. DeMille "Los Diez Mandamientos". Las esfinges que surgen de la arena nos cuentan una historia sobre el exceso de la modernidad: una ciudad entera construida para ser demolida casi inmediatamente. Los campos de batalla son otro escenario efímero de la historia y otro exceso material de la modernidad: en este caso no al servicio del entretenimiento, si no de la muerte.

Excavando Hollywood.


En nuestras prospecciones junto al Hospital Clínico hemos dado con un conjunto de piquetas de alambrada, perfectamente almacenadas y depositadas junto al trazado de las antiguas trincheras franquistas. Se trata muy probablemente del desmantelado del campo de batalla. La pregunta aquí es ¿por qué quedaron las piquetas abandonadas? No es una cuestión trivial: en la penuria de la posguerra el hierro se convirtió en un metal preciado y de hecho los campos de batalla fueron sometidos a un intenso chatarreo que llevó al desmantelamiento de búnkeres y fortificaciones. 

 Piquetas de la guerra bajo nuestros pies.

Una explicación verosímil es que las brigadas encargadas de retirar alambradas fueran dejando montones de piquetas a intervalos para recogerlas después. De repente, cae un tormenta (como la que arreció estos días pasados), la brigada corre en busca de refugio y un aluvión de arena arrastrado por la lluvia sepulta el montón de hierro. Cuando los operarios vuelven al lugar no encuentran nada. La tierra se ha tragado las piquetas. 

Y ahí se quedan, a pocos centímetros de la superficie, bajo un camino que transitarán decenas de miles de personas en las próximas décadas. Y ahí esperarán pacientemente a que una arqueóloga las excave 78 años después y a que otro arqueólogo elucubre sobre el método arqueológico, la posguerra y los escenarios de Hollywood.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

"Se trata muy probablemente del desmantelado del campo de batalla". Seguramente tengáis algún dato para avalar esta hipótesis, pero yo planteo otras "Se trata muy probablemente del montaje de las alambradas en un momento donde llovían las balas y las dejaron ahí para salir corriendo"; "Se trata de la obra de un chatarrero que tras recolectar las piquetas las escondía para que se las quitaran"; "Se trata muy probablemente de.....
"Una explicación verosímil.....y de pronto cae una tormenta". Yo esto lo consideraría más como inverosímil.
Desde mi punto de vista, hay demasiadas elucubraciones sobre lo que pudo o no pudo suceder con estos restos. Lo siento, pero en esta ocasión, me hacéis dudar de la arqueología.

Gonzalez-Ruibal dijo...

La arqueología no es una ciencia exacta (como la mayor parte de las ciencias). El hecho de que en la entrada escriba "probablemente" indica que no tenemos certezas, como en tantas ocasiones, y también es una prueba de honestidad intelectual: no estoy diciendo que las cosas fueron así, si no que probablemente fueron así. Se trata de un escenario verosímil. Hay otros, por supuesto. El primero que planteas es imposible por la ubicación de las piquetas; el segundo es posible, aunque las alambradas del Clínico fueron desmontadas casi con toda seguridad por brigadas, no por chatarreros. En cualquier caso, el hecho estaría relacionado con el desmontaje del campo de batalla, que es de lo que trata esencialmente la entrada. Que caiga una tormenta y se cubra de aluvión la ferralla es meteorológica y geomorfológicamente posible.

Anónimo dijo...

Efectivamente la arqueología no es una ciencia exacta, pero entre posibles y probables, hay mucha imaginación. Las posibilidades son muchas, pero en este caso, y soy admirador de vuestro trabajo, creo que "se os ha ido la mano".
Al igual que una situación "es posible", si no hay evidencias que la apoyen, también puede "no ser posible". Si el campo de batalla fue desmontado por "profesionales", puedo asegurar que tiene que estar documentado, los militares eran y son tremendamente exhaustivos.